Aquí.
En
plena neurosis de guerra,
incubando
una enfermedad mental.
Buscando
la quintaesencia
del
umami eterno.
Elaborando
seitán
con
trompetas de la muerte
en
un delantal de conejos
que
escapan a saltos
del
último antojo
del
lobo estepario.
Aquí.
En
el espacio Schengen
de
la zona de confort
del
vacío existencial
de
los percebes.
Aquí.
Después
de la voladura.
A
punto de tomarme en serio.